Luis Martínez es un fanático del Curi, prueba de ello son éstas fotos tomadas por memorialbirroja.
La cara con tierra, las piernas peladas y una mirada profunda. Era el pequeño Luis, descansando luego de jugar por largas horas en las canchas de tierra de la población Santa Julia; una población cargada de estigmatización social e indolencia de los gobiernos. Allí, en ese lugar donde se ven los rostros esforzados del pueblo, “Lucho” mataba los tiempos libres disfrutando de su pasión: el fútbol.
A una orilla del campo de juego, Luis soñaba con vestir la camiseta rojo y blanco del primer equipo de su querido club de barrio, el Inés de Suárez. Los mismos colores que luego, sin saberlo, defenderá por largos años en una pequeña ciudad que nunca lograba consolidarse en el fútbol del Ascenso.
Cómo no iba a ser futbolista, si en su familia se vivía, se comía y se soñaba fútbol. Ocho hermanos, cuatro y cuatro. Sergio, Humberto, Luis y Juan, los hombres de la casa: todos futbolistas; los dos primeros, seleccionados nacionales.
Luego de hacer las divisiones inferiores en Santiago Morning, Luis logró integrar el primer equipo autobusero pero sin demasiada suerte. Era el verano de 1984 y el delantero integraba la banca de suplentes de la Selección de Pichilemu en el Campeonato Nacional Amateur de ese año, cuando se presentó una oportunidad. Era el comienzo del romance entre Luis Martínez Ortiz y Curicó Unido, una historia marcada de goles y sinsabores…
- Cuéntenos la anécdota de cuando el cuerpo técnico de Curicó lo fue a buscar a Pichilemu…
- Llegó Eugenio Horta con Ítalo Traverso, el preparador físico, y Julián González; ellos fueron a buscarme a Pichilemu, a buscar a un jugador de unas características muy similares a (Lucas) Barrios, pero se encontraron con un jugador más bajo.
- ¿Y qué le dijeron cuando lo vieron?
- Yo siempre me acuerdo, porque ellos preguntaron por Luis Martínez y yo les dije “yo soy”, entonces me dijeron ¡tú! Si a nosotros nos dijeron que medía como dos metros. Entonces yo les dije que tenían que verme, y que si no les gustaba me devolvían la plata del pasaje y yo me devolvía a Santiago. Entonces me vieron jugar y altiro me dejaron.
- El año 1983 usted fue inscrito nada menos que como ¡arquero! ¿Cuál es la explicación de aquello?
- Pasó que Fernando Díaz (ex arquero de Curicó Unido y actual DT de Ñublense) se había fracturado tibia y peroné en el entrenamiento, así que pidieron a la Asociación la posibilidad de inscribir un segundo o tercer arquero, y llegué y me inscribieron a mí y me hicieron debutar altiro el día miércoles contra Valdivia, ganamos dos a uno y debuté con el gol del triunfo.
- Usted había jugado en Santiago Morning, sin embargo su primer gol como profesional fue jugando por Curicó, ¿qué sintió tras anotar?
- Fue una emoción muy especial. Yo había hecho muchos goles en el barrio y en cadetes, pero jugando a nivel profesional es muy diferente; es una cosa que te marca, porque siempre te vas a acordar del primer gol que hiciste como profesional. De ahí para adelante siempre te van a marcar los goles importantes que hiciste en cada partido, o contra rivales clásicos, como contra Santa Cruz, Linares o General Velásquez; que fueron partidos en los que siempre marqué.
"Lucho" Martínez viviendo momentos de gloria en los pastos de La Granja. (Foto: Archivo L. Martínez)
La llegada del Mesías
A fines del año 1983 había sido finiquitado el delantero Juan Roly Núñez. La segunda parte del torneo del Ascenso ya estaba en marcha, y el fantasma del descenso a tercera división estaba latente en las huestes curicanas. Fue en ese momento cuando apareció “Lucho” Martínez, pero no alcanzó. Había que ir a jugar la temida liguilla del descenso nada menos que a Osorno. Los locales, Curicó, San Antonio Unido y Ñuble Unido, luchando por su permanencia en la serie.
Fue ahí cuando en Osorno, un Mesías bajó de los cielos para tomar la camiseta albirroja número 9. Era Luis Martínez, mirando como los goleadores y listo para perforar cualquier red que se le cruzara. Era el destape de un ídolo.
- ¿Qué recuerda de aquella liguilla de descenso donde marcó cinco goles en tres partidos?
- Yo estaba súper tranquilo, porque iba con un respaldo, me sentía más jugador, me sentía titular y respaldado por mi equipo. Yo nunca fui individual, sino que siempre fui parte de un equipo y jugué para él, porque ellos me daban la oportunidad de poder marcar; además que teníamos un muy buen equipo, muy buenos jugadores. Para mí fueron tres finales, porque el primero fue contra Osorno, que eran los locales y que no podían perder, y aún así les ganamos uno a cero. Después nos soltamos y a los equipos que siguieron también les logramos ganar.
- La década de 1980 representa la época de oro de Curicó Unido en el Ascenso, tomando en cuenta esto: ¿cuál cree que fue el mejor equipo en esos años?
- Yo creo que el de 1984, sin discusión. Porque fue un equipo que tuvo que jugar en la zona norte, una zona complicadísima y que no conocíamos, con equipos muy potentes como Calera y Ovalle que habían estado en Primera, y nosotros clasificamos ahí, en ese grupo. Además que teníamos jugadores de la talla de “Pato” Ponce, de Ivo Basay, de Leonardo Rumbo; no recuerdo a los demás, pero por ejemplo también al “Pony” García en su mejor momento. Había jugadores increíbles, teníamos un equipo muy bueno. Además, Ivo Basay salió revelación del campeonato con solo 17 años, en un campeonato tan duro como el de segunda división, y además yo salí goleador.
A pesar de medir 1.70 de estatura, Luis Martínez se las ingenió para inflar las redes en 69 oportunidades jugando por Curicó. (Foto: Archivo L. Martínez)
- ¿Cuál fue su mejor compañero de ataque en Curicó?
- Hubieron dos, pero el que me acompañó siempre fue Leonardo Rumbo, e Ivo Basay también el ‘84, aunque solo estuvo ese año. Leonardo jugó todo el año, en cambio Ivo solo llegó para el campeonato oficial. Esos fueron los dos que me acompañaron mucho más en el ataque, sacando centros, dándome pases y habilitándome siempre.
- Hablando de Ivo Basay, en una entrevista que concedió a The Clinic años atrás usted dijo: “cuando estaba en CU hacía dupla de ataque con Ivo Basay. El era flaquito y lloraba cuando le pegaban patadas. Yo le decía que tenía que ser hombrecito y aguantar callado nomás. Al final terminó millonario y yo aquí”…
- Es la suerte y lo que la vida le da a uno. Yo lo decía principalmente desde el punto de vista futbolístico, porque yo le di a demostrar que si él andaba bien, si aguantaba que le pegaran patadas y todo eso, el iba a llegar muy lejos. El tenía muchas condiciones: era un cabeceador innato; para el físico que tenía aguantaba muy bien la pelota y a los rivales; y fuera de eso, se acostumbró a ser valiente y a ir para adelante. Muchas veces me tocaron compañeros que a la primera que le metían arrugaban, entonces al final yo sabía que tenía que batallar solo. Otro jugador que aguantaba todo era Rumbo, le pegaban patadas y nunca se quejaba; nos mirábamos y seguíamos para adelante nomás::.
¡Has clic aquí para escuchar (en Podomatic) más sobre la vida de Luis Martínez!
----------------------------------------
¿Qué recuerda de su estadía en Curicó?, ¿había “pichicateo” en esos años?, ¿había salidas nocturnas en el plantel?, ¿por qué Luis Martínez no pudo llegar más alto en el fútbol nacional?
No te pierdas el próximo lunes la segunda parte de la entrevista a Luis Martínez, goleador histórico de CURICÓ UNIDO con 69 goles. ¡Imperdible!