miércoles, 22 de octubre de 2008

III Parte y FINAL. Entrevista con LUIS MARTÍNEZ, goleador histórico del Curi.

Luego de pasar inadvertido el año 1986 luego de jugar por Deportes Laja, Luis decide retornar a Curicó. En la ciudad de las tortas el “9” era querido por todos, debido a la entrega y compromiso que siempre mostró defendiendo la camiseta albirroja.

“La gente era increíble. Yo estuve en varios equipos y en todas las ciudades que estuve me trataron súper bien, pero Curicó es otra cosa. El respeto y el cariño que la gente le tiene a uno es una cosa que no he visto en ninguna otra parte. Yo soy de Santiago y acá la gente me respeta y me quiere, pero en Curicó fue extraordinario; es un cariño que no se consigue en cualquier parte”, dice Luis recordando el gran cariño que los curicanos siempre le han demostrado.

El goleador estaba feliz de volver a la que a esas alturas era “su tierra”. La gente lo quería y se lo demostraba; pero a nivel directivo las cosas seguían como siempre: sueldos impagos, falta de ropa para trabajar, entre otras falencias. Pero Luis tenía la esperanza de que vendría un futuro mejor, por ello aferraba entre sus manos a “Santa Gemita”, esa pequeña virgen que lo acompañó siempre, tanto en los desafíos deportivos como en las dificultades que la vida le puso.

- ¿Cómo eran los entrenamientos?, ¿había recursos para trabajar?
- Se trabajaba harto, pero con muy pocos materiales. Nunca teníamos los sueldos al día. Incluso, el tata (ex utilero del club) hacía milagros con la ropa. No teníamos ni ropa para jugar y entrenábamos con ropa de nuestra casa. El club tenía mucho cariño, pero no lo material. Ahora yo le puedo preguntar a un jugador del Curi si tiene ropa limpia para entrenar, y no podrían decir que no la tienen. La otra cara de la moneda. Y mi consejo –en buena onda- es que le pongan corazón, porque pueden ser muy buenos, pero si no tienen corazón para ponerse la roja y blanco, no van a llegar a ninguna parte.

- ¿Qué recuerda de su hermano, Juan “el mono” Martínez, quien también es considerado un ídolo en Curicó?
- Curicó siempre tuvo buenos arqueros. A mi hermano le faltó lo mismo que a mí, le faltó suerte para haber estado en otros equipos más grandes. En comparación a todos los arqueros, yo creo que puede que sea el mejor de los arqueros que haya pasado por Curicó, hablando de los más actuales.

- Teniendo usted 28 años, en 1988 fue sondeado por Colo Colo. ¿Qué pasó que finalmente la transferencia no se concretó?
- Yo conversé con Jorge Vergara, el gerente técnico, y Arturo Salah, que era el técnico del equipo y necesitaba refuerzos. Habían dos posibles jugadores para el puesto: Juan “el diablo” González de Magallanes, y yo. Yo tenía que venir a Santiago, pero no fui porque esperé que ellos me contactaran. Después apareció Eugenio Julio, otro goleador de Segunda que venía de Coquimbo, quien finalmente quedó y jugó la Libertadores. Yo firmé en Iquique y así me fui a Primera.


VUELTA A TERCERA
Luego de jugar por Deportes Iquique el campeonato de primera división de 1989, al año siguiente Luis recala en otro puerto cercano: Antofagasta. Tras su paso por el norte, en 1991 el delantero firmó por Audax Italiano (club al que volvería en 1993); y al año siguiente se puso la camiseta rojinegra de Rangers de Talca.

Pero su corazón estaba teñido de albirrojo. Sus diez años de carrera y las lesiones ya empezaban a pasarle la cuenta, fue así como llegó a Curicó por tercera vez, para disputar el campeonato de tercera división. “Yo había terminado en Audax y tenía varias ofertas de Segunda, pero Sergio Gutiérrez me contactó y me convenció de ir a Curicó. Me dijo que quería hacer un equipo bueno para llegar a Segunda. Ese año fui uno de los goleadores del campeonato”, recuerda el delantero formado en la cantera de Santiago Morning.

Curicó Unido no tuvo mayor suerte en el torneo amateur de 1994. Además, el plantel debió afrontar una dura noticia, se trataba de Richard Pidal, el capitán del Curi que debido a problemas personales decidió quitarse la vida. “Richard fue para mí un gran compañero y una muy buena persona, muy sana. Con él fuimos compañeros desde el año ‘85 y juntos vivimos momentos muy buenos. Yo sentí mucho su muerte. Cuando él falleció nosotros estábamos acá, así que viajamos a San Vicente al sepelio y a ver a sus familiares”.

En un partido disputado en Valdivia ocurrió lo peor para Luis: lesión en el menisco de su pierna izquierda. “Estuve harto tiempo sin poder jugar. Luego me rehabilité un poco y jugué algunos partidos, pero después no aguantaba más; no porque estuviera viejo, sino que por la lesión. Después tuve que operarme y ahí me retiré”. Se terminaba así la carrera como jugador de “Lucho” Martínez en Curicó Unido, en ese club donde vivió tantas jornadas de gloria, marcando goles que permitieron entregar infinitas alegrías a toda una ciudad.

EL DT LUIS MARTÍNEZ
Compartiendo los pupitres con insignes del fútbol chileno como José Luis Sierra, Cristián Castañeda, Juan Carlos Letelier y Pedro Reyes, entre otros, se encuentra hoy Luis Martínez. Está cursando su tercer y último año de la carrera de Técnico Profesional de Fútbol, en el Instituto Nacional del Fútbol (INAF).

Una nueva faceta del goleador, que dice estar feliz y lleno de proyectos y metas, las que dice, quiere aplicar desde un principio en Curicó. “Quiero darle la prioridad a Curicó como siempre, entregarle algo de lo que sé, porque de los años que jugué fútbol profesional tengo mucho que entregar, sobre todo a los niños, a las divisiones menores del club. Yo soy un técnico que me puedo identificar con Curicó fácilmente, porque soy un referente del club y porque en todos lados la gente sabe que jugué en Curicó y que fui su goleador histórico”, sostiene Martínez.

“Yo sé que soy capaz, si otras instituciones me han dado la oportunidad ¿por qué Curicó no? Creo que sería ideal que me dieran la oportunidad de dirigir en las series menores del club; incluso tengo un proyecto que voy a presentar, exclusivamente para Curicó”, señala “Lucho”, quien los fines de semana se desempeña como técnico de la serie sub.-14 de Rangers en Santiago.

- A futuro, ¿asumiría el desafío de dirigir al primer equipo de Curicó?
- Me siento capacitado para dirigir, y a lo mejor no solo para cadetes, a lo mejor en un par de años más si me dan la oportunidad podría dirigir al primer equipo, porque no. Además lo importante sería darle el sello del club, porque muchos clubes traen técnicos que no se identifican con el club; en cambio, yo fuera de enseñarles lo que todo técnico les puede enseñar, les voy a entregar otra cosa: el amor propio por el club. Es muy importante que los niños se identifiquen con su club, así como lo hacen los hinchas, enseñarles que los colores del club son el blanco y el rojo, y que no hay más.

- ¿Qué opinión tiene de la campaña de Luis Marcoleta?
- Ha sido una muy buena campaña. “Lucho” Marcoleta se distingue como un técnico que está acostumbrado a subir equipos de categoría, y ojalá que lo haga con Curicó; que no se salte esa etapa, que aunque tenga otros destinos más adelante logre subir a Curicó a Primera, tal como lo hizo con Ñublense, y que sea un curicano más.

Luis sueña con que Curicó pueda lograr un histórico ascenso a Primera: “yo sería el hincha más feliz si Curicó ascendiera, porque siempre le he deseado lo mejor al Curi, porque allí viví momentos malos, pero también otros muy bonitos”. Además, está con su mente puesta en los proyectos que presentará al club en las próximas semanas. “Mi proyecto es que todo jugador que salga de la ciudad sea de Curicó Unido, y de ahí se vaya a los equipos grandes. Por qué no pueden salir jugadores de Curicó directo a Europa, México o Argentina, eso hay que trabajarlo y esa es mi meta”, dice enérgico.

Tras haber marcado la estratosférica cifra de 280 goles en Segunda y Primera División, Martínez hace un mea culpa de su carrera deportiva, y sobre los errores que le impidieron llegar más alto. “De lo que me podría haber arrepentido es que no me hice valer como debí haberlo hecho, como goleador. Todos los equipos me querían y yo decidía siempre por el más cercano o por el que me ofrecía algo, y yo altiro firmaba. Debí haber sido más terco, más personalista, y haber esperado uno o dos meses. Pero en parte no me arrepiento, porque estuve en muy buenos equipos en Segunda y siempre busqué la solidez económica. No gané tanto dinero, pero lo poco que gané lo supimos manejar, así que estoy tranquilo, conforme”.

Hoy Luis Martínez sigue viviendo en su casa de la población Santa Julia, soñando con un futuro mejor, y con esas alegrías que solo el fútbol le puede entregar, ahora dirigiendo desde el borde de la cancha. Un goleador de fuste, un hombre sacrificado, que supo vestir con orgullo esa camiseta rojo y blanco… que llevará para siempre estampada bajo su piel:.

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